Éste es uno de esos libros que no deberían pasar inadvertidos. Incluso para los lectores familiarizados con la obra de este sorprendente escritor manchego va a constituir una experiencia inesperada encontrar reunida en una selecta antología sus escasamente accesibles relatos breves. Fernández Molina convirtió el microrrelato en la parcela más cuidada de su producción en prosa que, junto con el poema breve, es el epicentro de su infatigable actividad literaria. Quien fuera incluido por el mexicano Edmundo Valadés en su exigente antología de relatos de la literatura universal, El libro de la imaginación (1976), definió el microrrelato como un gesto de elegancia literaria y un guiño de complicidad intelectual del escritor hacia el lector.