«No creo que la sociedad que he descrito en 1984 necesariamente llegue a ser una realidad, pero sí creo que puede llegar a existir algo parecido», escribía Orwell después de publicar su novela. Corría el año 1948, y la realidad se ha encargado de convertir esa pieza -entonces de ciencia ficción- en un manifiesto de la realidad. En el año 1984 Londres es una ciudad lúgubre en la que la Policía del Pensamiento controla de forma asfixiante la vida de los ciudadanos. Winston Smith es un peón de este engranaje perverso y su cometido es reescribir la historia para adaptarla a lo que el Partido considera la versión oficial de los hechos. Hasta que decide replantearse la verdad del sistema que los gobierna y somete. La crítica ha dicho...
«Aquí ya no estamos solo ante lo que habitualmente reconocemos como "literatura" e identificamos con la buena escritura. Aquí estamos, repito, ante energía visionaria. Y no todas las visiones se refieren al futuro, o al Más Allá.»
Umberto Eco «Entre mis libros favoritos, lo leo una y otra vez.»
Margaret Atwood «No es difícil pensar que Orwell, en 1984, estuviera imaginando un futuro para la generación de su hijo, un mundo del que deseaba prevenirles.»
Thomas Pynchon «La libertad es una obligación tan dolorosa que siempre habrá quien prefiera rendirse. La virtud de libros como 1984 es su capacidad para recordarnos que la libertad de los seres humanos responsables no es igual a la de los animales.»
Anthony Burgess «Desde El proceso de Kafka ninguna obra fantástica ha alcanzado el horror lógico de 1984.»
Arthur Koestler «Un libro magnífico y profundamente interesante.»
Aldous Huxley
George Orwell llegó a Barcelona en las navidades
de 1936, dispuesto a luchar
contra el fascismo. Encontró
una ciudad en plena revolución
e ilusionada ante el futuro, y acabó enrolado en la milicia del poum. Destinado
durante cuatro meses al frente de Aragón, donde reinaba una desesperante inactividad, regresó por unos días a Barcelona. Allí, tras ser testigo del conflicto entre los anarquistas y las fuerzas del orden, las famosas Jornadas de Barcelona de mayo de
1937, que consolidaron el poder de los comunistas, escapó de milagro a la dura persecución sufrida por el poum
después de su ilegalización.