Durante mucho tiempo la escritura se consideró un gran invento técnico y nada más; de ahí que su estudio fuera sobre todo histórico, dedicado a los orígenes, a la división y a la modificación de los principales sistemas gráficos.
Pero la escritura es también, y sobre todo, un campo fundamental de la producción ideológica y simbólica de las sociedades: dar forma tangible a las efímeras secuencias de la palabra no es su única función. Al contrario, en un examen más amplio, la escritura se revela precisamente en su forma más concreta de trazo, de grabado, de disposición de color, como uno de los más vigorosos instrumentos de conocimiento y manipulación de la realidad.
En esta obra se examinan los aspectos cognoscitivos, sociales, mágicos y sagrados de la escritura (observados en culturas y tiempos diferentes), con el fin de lograr que en última instancia emerja, a través de la variedad y la diferencia, la identidad sustancial que los regula.