¿Tal vez para escribir sobre la experiencia con drogas se requiera de un estilo distinto al de los sistemas filosóficos dominantes? Estas confesiones no tienen el propósito de animar al consumo de drogas, pero tampoco a desalentar a quien se le antoje probarlas. Siguen la máxima de Elias Canetti: entablar el diálogo con el interlocutor más cruel que no es sino uno mismo.