Hoy estamos inmersos en una modernidad extremamente dinámica, en un permanente tiempo de tránsito. Este movimiento acelerado, pero romo en lo concerniente a la propuesta de alternativas, que ha anegado todas las circunstancias vitales, rige también para nuestra contemporaneidad, con un cambio semántico que de continuo deja atrás y sin resuello a los instrumentos lingüísticos. Incluso hay una tendencia a separar como períodos autónomos la Modernidad clásica de la tardía y hasta se multiplican las épocas y se habla de la era de la información, nuclear, digital, , espigándose determinados acontecimientos como cesuras o hitos históricos. Una buena parte de nuestro patrimonio lingüístico (los conceptos fundamentales de nuestro presente) no queda consignado en los diccionarios histórico-conceptuales canónicos. Si para éstos eran importantes los singulares colectivos terminados en ismo, ahora aparecen, además, otros sufijos con connotaciones procesuales: digitalización, globalización, modernización, Progreso, revolución e historia eran conceptos emblemáticos ahora arrollados y fagocitados por el de innovación. La h
Profesor titular de Filosofía de la Universitat de València. Ha sido investigador en comisión de servicios desde 2007 a 2009 en el Instituto de Filosofía del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC (Madrid) y ha editado textos de J. B. Erhard, J. G. Fichte, S. Maimon, F. Schiller, F. W. J. Schelling, H.-G. Gadamer y R. Koselleck. Ha publicado diversos trabajos sobre la Ilustración, su despliegue idealista y su crítica desde la hermenéutica, aunque ahora su trabajo se centra en las relaciones entre Historia Conceptual y Modernidad.