J. MORENO, E. MORENO, C. CONSUEGRA
Un cementerio con su vampiro correspondiente es el escenario en que Emilio Ballesteros con su "La eternidad y el Vampiro" sitúa a dos amantes, un poeta, y un marido engañado que someten las cuitas de la vida contemporánea al juicio inapelable del amor, la muerte y el paso del tiempo. Justamente las tres verdades pavorosamente negadas por los "fobósofos" mentores del complaciente pensamiento único occidental.
En la misma línea Cristina Consuegra constata la desesperación de de un yo lúcido que se encierra en su Box horrorizado ante la "deshumanización que no ha hecho más que empezar" y que, incluso, constata que actualmente "El arte es un dardo envenenado, una herramienta de navegación que no nos conduce a Ítaca, sino a un vertedero".