A primera vista, el estilo descriptivo y aséptico de un diccionario parece lo más alejado de la poesía. Sin embargo, una y otro intentan lo mismo: descarnar la palabra hasta llegar a su esencia. El lenguaje científico ensaya un idioma llevado al límite. El poema debe ser el propio límite. Nuestras incertidumbres nos definen con mucha más precisión que las certezas que creemos tener. Porque son nuestros miedos los que nos empujan a inventar teorías del orden que formulen un orden teórico en el que guarecernos: el de las leyes, las normas, los códigos, los mandamientos o las enciclopedias. Listas, enumeraciones, decálogos. Inventarios que clasifican los tipos de heridas para que dé la impresión de que, así, duelen menos.
José María Cumbreño (Cáceres, 1972) ha publicado los poemarios Las ciudades de la llanura (ere, 2000), Árbol sin sombra (Algaida, 2003, Premio de poesía Ciudad de Badajoz), Estrategias y métodos para la composición de rompecabezas (El Bardo, 2008), Diccionario de dudas (Calambur, 2009), Breve biografía apócrifa de Walt Disney (Algaida, 2009, Premio de poesía Alegría/José Hierro), Genealogías (Luces de Gálibo, 2011), Made in China (De la luna libros, 2013) o Contar (Papeles Mínimos, 2016). Es también autor del libro de relatos De los espacios cerrados (Fundación José Manuel Lara, 2006, Premio de narrativa breve Generación del 27), del ensayo literario Retórica para zurdos (ere, 2010) y de los diarios Límites y progresiones (Baile del Sol, 2010) y La temperatura de las palabras (La Isla de Siltolá, 2013). Además, es editor de Ediciones Liliputienses.