El estreno en 1835 de DON ÁLVARO O LA FUERZA DEL SINO supuso, en medio de disputas y polémicas, el afianzamiento del drama romántico en España, que se prolongará hasta 1844, año del «Don Juan Tenorio» (L 5042) de Zorrilla. Apoyándose en leyendas andaluzas, Ángel Saavedra, DUQUE DE RIVAS (17911865), muestra en esta obra su gusto por las situaciones extremas y por los contrastes, y define el prototipo de héroe romántico gallardo, valiente, apasionado, entregado a un exaltado ideal amoroso, víctima de la intransigencia, los prejuicios sociales y el viejo concepto del honor, y perseguido por un destino aciago, a quien únicamente el suicidio permite reafirmar su libertad individual y exteriorizar su rebeldía y nihilismo. La introducción de Enrique Baltanás, responsable de la edición, da cuenta asimismo de la importancia que también desde el punto de vista formal tiene para la literatura española este drama que en 1862 inspiró a Verdi su famosa ópera La forza del destino.
Ángel María de Saavedra, conocido como Duque de Rivas, nació en Córdoba en 1791. Durante la Guerra de Independencia, fue condecorado por el general Castaños, pero años más tarde fue condenado por participar en el golpe de Estado de Riego en 1820. Huyó a Inglaterra y pasó por Malta y París antes de regresar a España en 1833, donde recibió la amnistía. En los años siguientes fue ministro de la Gobernación, senador, alcalde de Madrid y presidente de la Real Academia Española y el Ateneo de Madrid. Su obra más conocida fue < i > Don Álvaro o la fuerza del sino < /i > , estrenada en 1835. Además de teatro, también escribió poesía y ensayo. Falleció en Madrid en 1865.