JORDI BIOSCA SANCHO / CARLOS NÚÑEZ DE CASTRO (Ilustración)
Un viejo druida busca un arma sagrada descifrando los fragmentos de un libro escrito por ángeles olvidados: seis dioses siguen jugando al Yidana, pero un séptimo fue expulsado del panteón por romper el equilibrio y crear vida mediante dibujos, un Arte ahora prohibido. Las demás magias permitidas se alimentan de música, letras o números. Varias personas se sumarán a la búsqueda del arma y otros objetos míticos, atraídos por profecías que empiezan a ser desenterradas.
Arane es un mundo surcado por líneas de energía letal que impiden a los mortales salir de su propia región, a no ser que obtengan permiso divino tras una partida de Yidana, el juego de los dioses. Ganar o perder en él significa invadir o ser invadido. Pero algunos elegidos conseguirán esquivar las líneas y adentrarse en islas ajenas, pobladas de híbridos y otros seres enigmáticos. El sangriento culto a las Auronias no debe cesar.
El Tablero de Yidana despliega un abanico de aventuras paralelas, reyes y príncipes que esconden sus estigmas, jaulas que encierran dentro almas extirpadas, divinidades que juegan al juego que es reflejo de las guerras del mundo y envían a sus ángeles a abanderar ejércitos mortales, sombras que se despegan de sus cuerpos y se deslizan solas en la noche. Cada batalla es una fuente de energía donde las Auronias acuden a beber almas, con cuyas fuerzas gobiernan la tierra.
En Arane impera la creencia de que el dios condenado desencadenará el fin del mundo si consigue despertar. El arma que tanto ansían sus fieles y sus enemigos puede ser usada igualmente para agrandar su herida o para cerrarla. Todo depende de quién la empuñe y qué letanía pronuncie, qué estigma oculte y qué poderes lo guíen.