Atsuo Okuda, padre de Shunsuke, vigila a su hijo por medio de grabaciones clandestinas realizadas por el misterioso señor Suguro Shibata, profesor de la Asociación del Fugu Armonioso de Tsukiji. La red de espionaje, el submarino, es una de las muchas perversiones del señor Okuda, un poeta anciano que parece especialmente interesado en destrozar la felicidad de su hijo mientras lee poemas para su nueva compañera Yoshiko, una muñeca erótica ultra realista. Cuando el viejo poeta comienza a interesarse por la camarera, Shunsuke verá su amor y su propia vida peligrar por la sombra maligna del padre. Con una estructura caleidoscópica, que alterna narradores y estilos las repeticiones burocráticas de Shunsuke, los pensamientos de la inocente muñeca erótica, los poemas del viejo señor Okuda, los travellings alrededor de las cenas y de los personajes, Cuenca arma un cuento de amor sorprendente, en donde la vida fragmentada de la megalópolis, el voyeurismo omnipresente y la perversión humana son villanos que amenazan cualquier atisbo de afecto.
El único final feliz para una historia de amor es un accidente pone al lector en su propia Sala del Periscopio, y nos conduce a la idea perturbadora de que, en algunos casos, los supervivientes son las propias víctimas.