Una médica y una periodista españolas, que meses atrás se habían conocido en Moscú, decidieron subirse al Transiberiano en el verano de 1994, tan solo dos años y medio después de que finalizase la Perestroika, para pulsar la realidad profunda de una Rusia en crisis que, sospechaban, tenía poco que ver con su capital. La estación término era Vladivostok, ciudad de Siberia próxima a las fronteras con China y Corea del Norte. Por el camino se detuvieron en Ekaterimburgo, Irkustk (desde donde aprovecharon para navegar el Baikal de sur a norte) y Jabárosk. Ahora, recuperan aquel viaje y lo rememoran en paralelo a la historia de un ferrocarril que fue, es y será más que un tren: un instrumento de unión para un país inmenso, la aventura de una red ferroviaria que forjó un imperio.
(Zaragoza, 1962), periodista en prensa, radio y televisión, tanto en secciones y programas informativos como en magazines. Ha sido fue corresponsal de prensa en Londres y París antes de recalar en Moscú cuando Borís Yeltsin era presidente. Su labor en la Rusia que casi estrenaba la independencia le valió en 1994 el Premio del Club Internacional de Prensa al mejor trabajo periodístico en el extranjero. Ha escrito en solitario "La segunda oportunidad" (2003) y junto a Sara Gutiérrez, entre otros libros, "Rusia en la encrucijada" (1997).