Este volumen recoge 52 cartas inéditas seleccionadas entre los papeles personales de Miguel Mihura que se conservan en Fuenterrabía. En cierto modo, erigen un pequeño teatro, pues ponen ante nuestros ojos las aspiraciones y las mezquindades, los rencores y las confidencias de un variado elenco de personajes: Enrique Jardiel Poncela acusa a Mihura de plagio; Edgar Neville, eufórico, le anuncia que se marcha a Hollywood a hacer cine; José López Rubio y Tono le escriben desde Estados Unidos con el membrete de la Metro Goldwyn Mayer; Antonio Robles y K-Hito lo felicitan cuando, ya anciano, el autor de Tres sombreros de copa acaba de ser nombrado académico? Todas ellas permiten reconstruir con detalle aspectos destacados de su trayectoria profesional, así como dar a conocer sus vínculos con la llamada «otra generación del 27», cuya historia interna aún no ha sido trazada con exactitud. José Antonio Llera es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Extremadura. Especialista en poesía española contemporánea y en el grupo de humoristas de la generación del 27, ha publicado tres monografías: El humor verbal y visual de La Codorniz (2003), El humor en la obra de Julio Camba: lengua, estilo e intertextualidad (2004) y Los poemas de cementerio de Luis Cernuda (2006). Tiene en prensa una antología de la obra articulística de Wenceslao Fernández Flórez y es, además, autor de dos poemarios: Preludio a la inmersión (1999) y El monólogo de Homero (2007).
Miguel Mihura, hijo de un actor y empresario de teatro, vivió desde niño en un ambiente teatral, que influiría considerablemente en su obra. En 1932 escribe Tres sombreros de copa, obra que no es entendida por los empresarios, y que se niegan a representarla, por lo que el autor decide cambiar de rumbo y hacer obras más burguesas, en línea con lo que se lleva en esos momentos. Durante la guerra civil funda y dirige La ametralladora, revista de humor de la zona nacional, donde ya se puede ver su particular concepción del ingenio. Alcanzará un gran éxito con su siguiente revista, La codorniz, fundada por él en 1941. Su humor, totalmente original, fresco y descabellado, seguía las directrices de lo que se hacía en Europa por aquel entonces. Después de vender La codorniz decide pasarse al cine, donde escribirá numerosos guiones y reanudará su creación teatral en 1953, continuándola hasta 1968. Sin embargo, todas sus obras están por debajo de la genial Tres sombreros de copa porque se ve obligado a frenar su libertad creadora y su magnífica imaginación. Son los años de A media luz los tres, El caso del señor vestido de violeta y Carlota. Pero alcanzará el éxito total del público con Melocotón en almíbar (1958) y Maribel y la extraña familia (1959), La bella Dorotea (1963) y Ninette y un señor de Murcia (1964).