Soledad Carrasco pertenece por derecho propio a aquellos investigadores que se han dedicado, con tesón y energía a partes iguales, a iluminar con sabiduría y paciencia una parcela determinada: la presencia de lo moro y lo morisco en los Siglos de Oro. Su interés por el tema comenzó hace ya más de medio siglo, cuando lo moro y lo morisco en el campo de los estudios peninsulares era poco más que unas páginas en la Historia de los heterodoxos españoles y los Orígenes de la novela española de don Marcelino Ménendez y Pelayo y en el hispanismo norteamericano apenas quedaba otra huella de él que el estilo, entre pseudomudéjar y arabizante, del extraordinario interior modernista de la Hispanic Society de Nueva York. y ambos eran herederos de la atracción por lo exótico, que nació como fruto de la rara unión de Romanticismo y el proceso de ex pansión colonial. La existencia de aquella población, la de los musulmanes en España, quedó reducida a la de un grupo marginal, sometido primero a una suerte de exilio interior y luego expulsado de la península, y por el que el grupo dominante experimentaba a la vez atracción y rechazo, curiosidad e ignorancia. Los artículos aquí reunidos son oportunos, porque el estudio de los encuentros entre Oriente y Occidente se ha convertido, por razones evidentes, en motivo de constante actualidad. Y útiles, porque a pesar de esa actualidad o precisamente por su causa no abundan los estudios que vayan más allá de lo inmediato, empeñándose en utilizar la historia para encadenar una infinita sucesión de causas y efectos que lleva sin quiebro alguno del lejano pasado medieval hasta hoy y donde a menudo se confunden representaciones culturales y realidades.