«Prohibido leer novelas. produce melancolía. Prohibido empolvarse. estropea el cutis. Prohibido ponerse corsé. estropea el talle. Prohibido pararse sola frente a los escaparates de las tiendas Prohibido conocer a las familias de las compañeras de clase, especialmente a los padres que van a buscar a sus hijas a la salida » De esta manera, resume Gilberte los principios fundamentales de su educación. Gigi es criada en el ámbito de una singular familia, integrada por una madre, actriz de variedades, una abuela que adopta su apellido de un amante español, y una tía que vive de pasadas glorias y le enseña a comer langosta o a distinguir un diamante junquillo. todo para transformarla en la distinguida «cocotte» de un adinerado azucarero y asegurar así su futuro. Pero la ingenua jovencita siente repugnancia por «esas odiosas aventuras, que terminan con separaciones, disputas, Sandomir, revólveres y láudano ». Cerca del final de su vida, manteniendo su estilo fresco e irreverente, Colette ofrece una excepcional visión del París «fin de siècle», una ciudad obnubilada por los adelantos técnicos: el teléfono, el automóvil, donde celebridades como Cléo de Mérode o Carolina Otero eran habituales en los restaurantes de moda el Durand o el PréCatelan y en los figurines chic, y cuya vida de escándalos era recogida por el Gil Blas, entre otra prensa del corazón. Sin eufemismos, Colette retrata la condición femenina que se mueve entre la estrechez económica y la ligereza moral. Para componer el delicioso personaje de Gigi, recurre a elementos de su propia biografía. también la autora, casada muy joven, sabrá que el descubrimiento de su destino como mujer supone «el fin de mi carácter de muchacha, intransigente, bonito, absurdo», como confesó en Lo puro y lo impuro. Publicada originariamente en 1945, la nueva traducción de José María Solé salvaguarda la frescura del texto original y rescata las menciones que fueron pudorosamente omitidas en versiones anteriores.
Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954) fue la primera mujer moderna del siglo XX. Su fascinante vida arranca en la época del decadentismo de finales del siglo XIX y termina en los años cincuenta, rodeada de gatos en un lujoso apartamento de París, después de pasar por los escenarios, ambientes, movimientos artísticos y hechos históricos más destacados de su tiempo: los salones mundanos de la Belle Époque, el ambiente del Lesbos finisecular, el bajo mundo del music-hall y el cabaret, el periodismo y la literatura, las trincheras de la Primera Guerra Mundial, el incipiente arte del cinematógrafo, los felices años veinte, los nazis en París... Sin embargo, a pesar de su celebridad como novelista y de ser una de las personalidades más conocidas de Francia, fue una mujer profundamente reservada y recelosa, que se resistía ferozmente a ser conocida.