El título de este libro casi venía unido al personaje. No puede haber dos palabras que definan mejor a Iker Casillas. Humildad, porque es la virtud más significativa de su personalidad, de su forma de ser y comportarse. Y campeón porque a sus treinta años ha ganado todo lo que puede ganar un futbolista. Tanto con su club, el Real Madrid, el único al que ha pertenecido durante toda su carrera, como con la selección española, con la que acaba de igualar el record de internacionalidades que ostentaba Zubizarreta, 126. Campeón del mundo, campeón de la Eurocopa, campeón de la Champions (2), campeón de Liga (4), campeón de la Intercontinental (1), campeón de la Copa del Rey (1)... son sus títulos mayores, pero no los únicos.
Además, es el capitán de ambos equipos. Y un capitán, tal y como dicen todos sus compañeros y técnicos, ejemplar por su comportamiento, compromiso y sentido de la responsabilidad. Su frase más sonada fue aquella de "yo no soy galáctico, soy de Móstoles" y así es como quiere que le vea el aficionado al fútbol, como un deportista sencillo, humilde, hecho a sí mismo, que se ha comprado una casa en el centro de un pueblo, el de sus padres y casi suyo, de quinientos habitantes y que a los nueve años fue a pasar una prueba al Real Madrid y se quedó para toda su vida. Al menos hasta el 2017 que termina su contrato.
A su edad ya es una leyenda viva del fútbol español. Y lo es estando en activo, que es la mejor forma de disfrutarlos y saborearlo. Aunque él, con su vertiginosa trayectoria, casi no tenga tiempo para hacerlo