De la tragedia de Antígona al proceso Calas, de los misterios de Juana de Arco al enigma de Jack el Destripador, Jacques Vergès nos sumerge aquí en los arcanos de los grandes procesos de la Historia defendiendo con brío una estética de la justicia que se nutre del legado mítico y literario.Tratemos de imaginar cómo será el abogado del futuro. Jacques Vergès lo ha intentado; démosle la palabra: «Quisiera elogiar al abogado del futuro, capaz de comprender a todos los seres humanos, a los nómadas del gran desierto y a los campesinos de las colinas, a los cazadores de la sabana y a los pescadores de las lagunas; al animista, al cristiano, al budista y al musulmán, al ateo y al taoísta. A la víctima y al asesino, al confiado y al estafador, a la mujer adúltera y al esposo celoso, al aborigen y al colono, al terrorista y al legionario, al capitalista y al proletario, al puritano y al libertino. Lobo de las estepas y zorro del desierto; númida, romano y griego a la vez, capaz de todas las metamorfosis, hombre y bestia, mago y poeta, forjando sus transformaciones en una creación permanente y haciendo de su tragedia individual la nuestra colectiva, siempre en movimiento, asumiendo mejor que nadiea la humanidad entera».
Jacques M. Vergès (1925), nacido en Reunión de madre vietnamita, fue miembro de la Resistencia francesa, comunista y militante anticolonialista. Desapareció misteriosamente desde 1970 a 1978, y después ha sido defensor de casos polémicos y extremos, como el de Klaus Barbie, el nazi extraditado en los años 80, el terrorista Carlos El Chacal, el ex presidente serbio Milosevic, y se postuló como defensor de Sadam Husein. Se le ha calificado como el Abogado del Diablo o, en el documental de Barbet Schroeder, el Abogado del Terror.Foto CC BY 2.0 by {{{1}}}