BRYCE ECHENIQUE, ALFREDO (1939- )
El universo narrativo de Alfredo Bryce Echenique se enriquece con esta colección de cuentos en la que el escritor emprende nuevas e incisivas exploraciones en la condición humana.La nostalgia por una adolescencia con aura de reino perdido, los devaneos de una clase social que se caracteriza por sus privilegios pero también por su incapacidad para tender puentes, las aventuras y desventuras amorosas de un peruano que vive a caballo entre dos mundos, son algunos de los temas presentes en su vasta obra narrativa que, con la maestría que lo caracteriza, Bryce aborda también en este volumen.Esta vez, sin embargo, algunas de las historias han sido trazadas desde un punto de vista que confiere a la experiencia y a la madurez de sus personajes la capacidad de ensayar un ajuste de cuentas con su propio pasado. En efecto, la vida ha llevado a los protagonistas de estos cuentos a emprender largas y dudosas travesías, a entablar complejas relaciones amorosas o, simplemente, a enfrentarse con sus propias obsesiones, hechos éstos que han marcado sus destinos de manera indeleble. Parafraseando un verso de Joan Manuel Serrat, son seres que se beben sorbo a sorbo su pasado en un tenaz ejercicio de nostalgia. En el relato que da título a este volumen, que corrobora el extraordinario acierto del autor en el género cuentístico, Bryce nos recuerda, de la mano de Camus, que la literatura nos provee el medio eficaz para rebelarnos metafísicamente contra el absurdo de la vida, «chata y angustiosa, y a la vez sumamente aburrida, muy a menudo, y para colmo de males, sin un desenlace conocido», añade nuestro autor. «Leer los 10 cuentos que componen el nuevo libro de Bryce Echenique es volver a esa conjunción tan característica en su literatura de oralidad, escritura y humor Soy de los que piensan que Bryce Echenique es uno de los autores que mejor vincula ironía y sentimentalidad en la ficción en lengua castellana. Ninguno de estos conceptos anula al otro, ninguno de los dos se desalojan. Conviven como una fatalidad o como un don. Hay un aire conversacional en su escritura que impide muchas veces distinguir entre voz y prosa, terminando uno al fin por resignarse a esa confusión premeditada y feliz Todos los relatos apelan a la memoria de una forma u otra. La evocación exacta se vuelve por momentos ensueño. Lo corriente se trueca en realidad extraordinaria. Lo nimio casi es epifanía. Todos los cuentos de este excelente libro mantienen un gran nivel Los narradores de Bryce Echenique nos cuentan lo que vieron, escucharon y sintieron en su momento y lo que queda de todo ello ahora en el presente. Así es este libro, con su ironía proustiana, refinada aliada del lector que también escucha y sonríe» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País).«El escritor peruano reúne una decena de excelentes cuentos cargados de humor y ternura Aquí, en esa clase de cuentos en los que es capaz de mostrar el lado débil y desasistído de la condición humana, es donde infaliblemente Bryce Echenique vuelve a enternecernos y a ganarnos como aliados incondicionales» (Iñaki Ezquerra, El Correo).«Alfredo Bryce Echenique vuelve a deslumbrar con su dominio del lenguaje, sobre todo oral, con sus meandros y sus inesperados giros llenos de ironía» (Javier Quesada, GQ).«El legendario Bryce Echenique vuelve al género del cuento con la pluma siempre afilada de sus páginas más entrañables: la vieja Lima, los personajes de una ciudad ya extinta, el país de la adolescencia y demás obsesiones del escritor en diez relatos escritos con nervio, humor y maestría» (Zona de Obras).«El escritor emprende nuevas e incisivas exploraciones en la condición humana Diez cuentos divertidos, como diez mandamientos, que representan diez guiños en sus títulos, estas narraciones representan como ninguna a su autor, un escritor con vocación de escribir, escribir y escribir hasta el fin de sus días» (José Antonio Aguado, Diari de Terrassa).«Esos cuentos sirven para mostrar muchas de las características de Bryce Echenique, su ternura, la ironía, el humor burlón, su temor al aburrimiento de la realidad» (Jacinto Ruiz, La Voz de Galicia).