La pantalla global, que contextualiza alrededor de cuatrocientas películas, está organizado como una historia compacta de las metamorfosis técnicas del cine, y al mismo tiempo como un ensayo de estética que sostiene que el cine nunca entró en conflicto con la sociedad de consumo, sino que se adaptó a ella, formateó su conducta diaria, sus fantasías y su concepción del mundo. Mientras generaba un infinito linaje de pantallas que garantizaban la cuadratura de la realidad, se convirtió en hipercine, en todopantalla, en modelo artístico, social y antropológico, y en principal punto de referencia de una sociedad que ha destruido los grandes sistemas referenciales. El cine, con sus miradas y pantallas, es la expresión por excelencia de la sensibilidad del mundo actual. El cine no está pues en decadencia. el cine está en una fase de transformación fructífera y con él todo el mundo audiovisual. «Un libro utilísimo que hace que nos demos cuenta del increíble camino que hemos recorrido en unos decenios» (Le Monde).