Inmóvil al pie de la escalera, jasón escuchaba atentamente tuna extraña corriente de aire traía y llevaba ruidos lejanos. Esa misma semana ya había tenido varias veces la impresión de que los muebles de Villa Argo estaban dotados de vida propia: parecía como si aprovechasen cuando no había nadie para desplazarse un milímetro. Solo un milímetro, como si confiaran en que así no serían descubiertos. Pero esta vez había oído un ruido diferente, un eco de pasos en el piso de arriba. ¿Por qué nadie más de su familia se había dado cuenta de que había alguien más en aquella casa?
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