¿Qué es exactamente el Doctor Fausto de Marlowe? Muy a su pesar, un eslabón determinante en la cadena de reelaboraciones de una leyenda que se extiende desde Simón el Mago hasta Adrian Leverkühn, el músico de Thomas Mann, y que encontró en el Fausto de Goethe, directamente inspirado en el de Marlowe, su expresión más duradera. Pero el Doctor Fausto es mucho más. Es y no es una hábil dramatización de una novela picaresca alemana, una tragedia protestante, un drama de la curiosidad renacentista, un auto alegórico, una farsa cómica, un dispositivo de espectáculos dramáticos, una alegoría de la peste que asolaba Londres, un exemplum del individualismo humanista. Y es también un texto problemático, posiblemente escrito a cuatro manos, mutilado por censores puritanos, ampliado por mercenarios, maltratado por compañías, productores, actores. En una época en la que el concepto mismo de autor comienza a emerger en el campo literario, el Doctor Fausto escenifica, entre otras cosas, las contradicciones de un sujeto que busca decir «yo» en un horizonte de sometimiento infernal a diversas instituciones, mercantiles, nobiliarias y eclesiásticas. El pacto diabólico tematiza la magia misma del lenguaje poético empleado, capaz de sugerir alteridad y conjurar extrañeza. Presentamos al lector una edición bilingüe y crítica del llamado Texto B, publicado en 1616, significativamente más extenso que la otra versión conservada del drama, el Texto A de 1604. Ambas fueron publicadas de manera póstuma tras la muerte de eso que llamamos el autor.