El hombre separado de Dios, el hombre ateo, se ha llenado de desesperanza. El hombre que no trasciende espera encontrar en lo finito suficiente agua para calmar su sed, su nostalgia de ser. La esperanza llena la distancia entre la nostalgia de ser y el ser deseado, entre nuestro ser y la perfección. Vivir la virtud de la esperanza es llenar ese espacio con el Amor de Dios y, de esta manera, sentirnos ya, en nuestra pequeñez, cerca de Él. Sólo quien cree en Dios, o tiene Fe, puede llenar ese hueco. sólo quien lo llena está cerca de Él, es decir, posee la Esperanza. sólo quien está cerca de Él puede traslucir su amor al mundo a través de la Caridad. Este libro es una reflexión sobre la virtud teologal de la esperanza y, a la vez, una incursión por el sendero de la desesperación. El camino que traza el autor es el sendero del hombre que busca la esperanza, y que necesariamente pasa por la añoranza, la culpa, el pecado, el temor a la muerte, el infierno... y acaba encontrando la resurrección, la misericordia, la vida y el Amor de Dios. Después de leer este libro, el lector no sólo se encontrará lleno de esperanza, sino que infundirá esperanza a su alrededor. El lenguaje claro, directo, lleno de metáforas, parábolas y ejemplos, de Carlos Díaz, le enseñará que la vida tiene sentido y que la esperanza, en contraposición a la desesperanza, es la diferencia entre la cultura de la muerte y la cultura de la vida.
Carlos Díaz (1944) es profesor de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Autor de más de un centenar de libros y de innumerables artículos, es miembro del Instituto Emmanuel Mounier.