La fortaleza, como las demás virtudes, no se adquiere en solitario: nos fortalecemos unos a otros. La fortaleza que nos presenta Carlos Díaz es una virtud difícil en un tiempo como el nuestro y en una sociedad como la de hoy, imperio de las facilidades, reino de lo débil y de lo efímero, donde la fuerza sólo se aplica en afirmar que nada se afirme demasiado, que lo mejor es vivir con un pensamiento débil, una ética mínima y un capitalismo fuerte. En una situación así, el materialismo dominante ha añadido un obstáculo a los valores espirituales de por sí difíciles de practicar que, según Karol Wojtyla, aun cuando son objetivamente superiores, resultan más débiles que los valores materiales, que son objetivamente inferiores. La fuerza subjetiva de los valores materiales incide de manera directa sobre el hombre y satisface intensamente sus sentidos. Los valores espirituales no tienen esa fuerza, no conquistan al hombre con tanta facilidad y no lo atraen con tanta potencia. Por este motivo, en el conflicto con los valores materiales y sensuales, los valores espirituales terminan con frecuencia derrotados. El hombre debe conseguir que los valores frágiles se hagan en él más fuertes, dado que son claramente más poderosos e importantes. Con los valores inferiores, en cambio, debe moderar la fuerza de atracción que sienten por ellos los sentidos y que no está acorde con la verdad objetiva del bien. Este libro invita a los lectores a lograr el fortalecimiento interior siguiendo el ejemplo cristiano de amor, que es fuente de energía, poder que libera al hombre de su natural debilidad y le conduce a la perfección.
Carlos Díaz (1944) es profesor de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Autor de más de un centenar de libros y de innumerables artículos, es miembro del Instituto Emmanuel Mounier.