1. Cantar, seducir
- Lo maravilloso
- Abajo el aburrimiento
- Rousseau el hechicero
- El monólogo de Pigmalión
- ¿La belleza como religión?
- El dualismo gnóstico de Wagner
- La derrota de las hechiceras
- Nietzsche contra el «viejo hechicero»
- Por qué Nietzsche prefiere Carmen
2. Mozart
- Las óperas de Da Ponte
- Las bodas de Fígaro
- Los registros del exceso: Don Giovanni
- Così fan tutte
- La promesa de Idomeneo
- Luces y poderes: La flauta mágica
- La Tierra y los astros
3. Usurpaciones y revueltas
- Popea victoriosa
- La magia de Alcina
- El amor hasta la muerte: otro Romeo
- Manon
- Ariana y Barba Azul o la liberación inútil
- Elektra o la culminación del odio
4. Sombra adorada
- Bajo la mirada del emperador
- «El elogio sublime del suicidio»
- E. T. A. Hoffmann
- Balzac
Aliándose con la música, recurriendo a las antiguas fábulas y a las convenciones del teatro, la poesía ha inventado un nuevo espacio de ficción: la ópera. Todas las figuras del deseo y del extravío pasional pueden interpretarse y desbaratarse en ella. También todas las autoridades se pueden poner en cuestión. Las hechiceras tienen bajo su dominio a los héroes que ellas han descarriado. Sin embargo, su triunfo no es duradero. Ellas son las encarnaciones del arte que multiplica los placeres y que también sabe hasta qué punto su soberanía es precaria. Escuchando a las hechiceras, Jean Starobinski va al encuentro de algunos oyentes de exigencia inquieta: Rousseau, Stendhal, Hoffmann, Balzar y Nietzsche. De sus lecturas, el autor vuelve cargado de descubrimientos intelectuales esclarecedores. Y de algunos problemas.