Las lúcidas reflexiones de Natalia Ginzburg, una de las escritoras italianas más importantes del siglo XX.«Me mostró el camino.»
Vivian GornickLa soledad de la infancia y los pecados de la vejez, las trampas del sexo y el inesperado placer que se esconde tras las tareas domésticas más aburridas... Todo lo que Natalia Ginzburg tocaba se convertía en arte, sin perder esa calidad corpórea de las emociones recién descubiertas, de las ideas apenas apuntadas, de los recuerdos que navegan aún a flor de piel.En estas intensas piezas, que la gran escritora fue reuniendo a lo largo de su vida,encontraremos notas personales que las acercan a Léxico familiar y retratos de amigos como Italo Calvino y Sandro Penna. También asoman apuntes sobre novelas y películas que en su momento fueron de rabiosa actualidad y ahora son clásicos del siglo XX, así como artículos políticos que resultan esenciales para comprender la historia europea.Con un tono de escritura en apariencia descuidado, con su manera de proponer sin imponer, con la atención siempre puesta en los pequeños detalles, Natalia Ginzburg hizo de lo doméstico un instrumento para mirar el mundo, un mundo que sigue siendo muy nuestro.La crítica ha dicho:«Como lectora, escritora y ser humano, su obra me ha conmovido y me ha cambiado la vida.»Sally Rooney«Leía el ensayo "La casa" en el metro y me sorprendía la sencillez de Ginzburg, que siempre es como un bálsamo para mí.»Aloma Rodríguez, Letras Libres«Más desesenta textos que funcionan como el diario íntimo de la autora de Léxico familiar. Allí están sus inquietudes personales, reflexiones sobre Dios, la vejez, la infancia, el aborto, la violencia sexual.»Javier García, La Tercera«Una luz resplandeciente de la literatura italiana moderna. [...] La magia de Ginzburg es la absoluta sencillez de su prosa, iluminada de repente por una palabra que convierte una frase sencilla en un rayo. [...] Tan directa y limpia como si estuviera esculpida en piedra, sin embargo, narra los pensamientos del corazón.»The New York Times Book Review«Es curioso cuántas veces se produce esta especie de deslumbramiento cuando se descubre a esta autora italiana. Como si todo el mundo se sorprendiera de que no sea famosísima, con lo buena que es. [...] Una maestra en la elección de las palabras.»Íñigo Domínguez, El País«Extremadamente clínica y precisa. Su modo de escribir puede hasta asustar. Su obra me parece poderosa, fuerte y a la vez muy profunda, muy terrenal, casi del submundo.»Lisa Taddeo, Vogue«La voz de Natalia Ginzburg nos llega con absoluta claridad en medio de los velos del tiempo y el lenguaje. Textos de hace más de medio siglo que se leen como si los acabara de escribir, o, de algún modo misterioso, siguieran escribiéndose.»Rachel Cusk, The Times Literary Supplement
Natalia Ginzburg (1916-1991) es una de las voces más singulares de la literatura italiana del siglo XX. Nacida en Palermo, publicó en 1934 su primera narración, a la que siguieron obras teatrales, ensayosLas pequeñas virtudes (1962, Acantilado, 2002), Mai devi domandarmi (1970), Serena cruz o la verdadera justicia (Acantilado, 2010), novelasEl camino que va a la ciudad (1942), È stato cosí (1947), Nuestros ayeres (1952), Valentino (1957), Las palabras de la noche (1961), Léxico familiar (1963), Querido Miguel (1973, Acantilado, 2003) y Vita imaginaria (1974)así como la biografía de Antón Chéjov (Acantilado, 2006).