Al menor de los tres hermanos Tenorio, al narrador de esta singular y fascinante novela, le queda sólo la literatura como último refugio, pues se encuentra en una situación en la que casi lo único que puede hacer es escribir. Derrotado en la vida, este joven manco de 27 años se siente muy viejo y cansado y, viendo que no tiene nada mejor que hacer ni lugar más apropiado donde caerse muerto, se dedica, en el último rincón del mundo, a recordar y escribir la historia de su odio al domicilio familiar y también la de sus intentos fracasados de ser amado en paisajes distintos y alejados de la monotonía de los días repetidos. Héroe maltrecho de la novela de su propia vida, el último Tenorio escribe, a medio camino entre el diario de su desasosiego y el recuerdo de su descenso a los infiernos, una novela que acoge sabiamente tanto la figura del desdichado moderno como ese rumor de fondo esencial que en el puerto de Veracruz subyace detrás de tanto refugio y literatura: ese trágico secreto que es ya tradición que los catadores de grandes y sobrecogedoras novelas terminen siempre por descubrir.