Hace ya casi un siglo un noble ruso, que pasaría a la historia bajo el seudónimo de Lenin, encabezó el primer gran intento de crear una sociedad totalmente nueva para un hombre nuevo, una sociedad sin divisiones ni conflictos internos, en la cual el hombre se convierte en lo que Marx llamó el «individuo total», sin derechos, propiedad o intereses que lo separasen del colectivo. El resultado fue, en parte, congruente con la utopía de Marx: efectivamente se creó la primera sociedad total o totalitaria que conozcamos, donde se destruye toda individualidad y toda sociedad civil independiente del control del colectivo. Al mismo tiempo, ni de cerca se cumplieron las promesas de armonía y felicidad, sino que del sueño de crear un reino celestial sobre la tierra surgió un régimen de una brutalidad sin precedentes.
Esta es la gran paradoja de la Revolución Rusa y de todas aquellas que han buscado la transformación absoluta del hombre y la sociedad. Los redentores terminaron siempre transformados en verdugos, pero no porque traicionasen su sueño redentor sino porque la grandeza de sus metas utópicas les impulsó a un accionar político donde todos los medios estaban justificados.
Esta transformación de idealistas convencidos en genocidas sin escrúpulos es el tema de este libro. En él se estudia el surgimiento del pensamiento revolucionario ruso que Lenin llevaría a la acción. A partir de ello, se analiza la evolución de Lenin hacia aquella personalidad y vocación revolucionarias que definirían sus actuaciones políticas. A continuación, se estudia en detalle la aportación fundamental de Lenin a la historia del totalitarismo moderno: la creación del partido revolucionario, esa encarnación anticipada de la utopía de la sociedad total con su hombre-comunidad u hombre-partido ya realizado. Finalmente, se describe el camino hacia el golpe de Estado bolchevique de octubre de 1917 y la creación de la primera sociedad totalitaria de la modernidad.