Limitando nuestras
investigaciones y restringiéndonos a la unidad de un único ejemplo, esperamos
llegar a una estética concreta, una estética queno estaría afectada por polémicas
filosóficas, una estética que no estaría racionalizada por cómodas ideas
generales. La llama, la llama sola, puede concretar el ser de todas sus
imágenes, el ser de todos sus fantasmas.[]
Sería necesario más de un libro voluminoso para estudiar todas las
metáforas que la llama sugiere a la literatura. Podríamos preguntarnos si no
es posible asociar la imagen de la llama a toda imagen más o menos brillante,
a toda imagen que pretende brillar. Escribiríamos, en ese caso, un libro de
estética literaria general en el que clasificaríamos todas las imágenes
amplificadas por la introducción de una llama imaginaria. Sería un placer
escribir esa obra que mostraría que la imaginación es una llama, la llama del
psiquismo. Pasaríamos la vida escribiéndola.