PATACRÚA / GÓMEZ, CHENÉ / GÓMEZ PRIETO, JOSE MANUEL (Ilustración)
Érase una vez un lobo tan vago que, por no esforzarse, no comía más que papas de arroz. Un día se miró en el espejo y, al verse tan flaco, decidió convertirse en un lobo feroz... En las primeras recopilaciones de cuentos rusos aparecieron numerosos relatos de animales, que se remontan a la época en la que la principal subsistencia del hombre era la caza. Mientras los hombres cazaban, las mulleres ensalzaban a los animales, hablando de sus habilidades y astucia en la lucha con los más fuertes. Estas historias que tratan sobre la maña de los animales fueron durante siglos relatados con inagotable optimismo y utilizado como medio de educación estética y moral. La ambivalencia de Loboferoz y alguno de los pasajes del relato revelan la cultura original de esta historia: Rusia es un país de bosques. siempre hay un río cerca y la costumbre de prepararle el baño a los invitados que llegan, como indica en este cuento el cerdo hacia el desenlace de la historia, está condicionado por las grandes distancias y la dura climatología. Con un argumento muy claro, frases acumulativas, diálogos repetitivos y un lenguaje ágil y sencillo, Loboferoz da rienda suelta a la fantasía, desplegando toda la fuerza de los personajes (cabra, vaca, cerdo, burro, oveja) en escenas humorísticas en las que, con ingenio y buen sentido, los animales domésticos que representan la inocencia acaban burlando al ruin y vil lobo. Un universo fabuloso donde la astucia triunfa sobre la brutalidad y donde el derecho a la vida y la armonía con la naturaleza acaban imponiéndose sobre la maldad. A través de la técnica de un collage muy sintético y con gran economía de recursos cromáticos, el ilustrador Chené Gómez busca los elementos esenciales de la historia, consiguiendo un ambiente minimalista claramente efectivo, en el que co los mínimos recursos consigue imprimir carácter y fuerza a los personajes y al universo en el que se desarrolla el relato.