Desde sus orígenes, el cine ha sido objeto de control para eliminar aquello que en cada época el poder consideraba «peligroso». En este libro, ameno al estar concebido como un gran reportaje, Vicente Romero nos narra la historia de la censura en el cine español, con especial atención a los cuarenta años de la dictadura franquista, cuando los señores de las tijeras ?principalmente falangistas y representantes de la Iglesia? impusieron los criterios religiosos y políticos oficiales sobre lo que se podía o no ver en las pantallas: imágenes cortadas, diálogos suprimidos, argumentos tergiversados por el doblaje... hasta extremos tan absurdos y ridículos que hoy nos generan una sonrisa, pero que representaron una condena para nuestro cine. Esta rigurosa investigación nos ofrece testimonios de nuestros principales cineastas (Berlanga, Bardem, Saura, Iquino, etcétera), así como de integrantes de las juntas de censura, junto a algunas imágenes de secuencias prohibidas y una selección de documentos oficiales inéditos sobre la actuación de los llamados ángeles guardianes que se esmeraban en una represión cultural
Vicente Romero (Madrid, 1947) es periodista y enviado especial de TVE. Desde la guerra de Vietnam hasta la del Zaire, ha estado presente en casi todos los grandes conflictos internacionales. Fue corresponsal del diario Pueblo y la revista La Calle. Ha escrito y dirigido para TVE dos series sobre cine: «Imágenes perdidas» (historia del cine mudo español) e «Imágenes prohibidas» (historia de la censura cinematográfica en España). Colabora habitualmente en Radio Nacional y es autor de varios libros, como Joyas del cine mudo (1997). Entre los últimos premios recibidos destacan: Premio Especial del Festival de Cine Documental de Bilbao (1994) por «Imágenes prohibidas», Premio Ondas Internacional (1995) por «Hotel Kigali», nominación del Jurado del Festival de Montecarlo (1996) por «Ruanda, huida del infierno», finalista en el Festival Internacional de Nueva York (1996) con «La mirada de los inocentes» y Premio Víctor de la Serna a la labor periodística en 1996.