IZAL, MIKEL / HERAS, DAVID DE LAS (Ilustración)
El vocalista y compositor de IZAL inicia su faceta literaria y nos sorprende con un maravilloso libro de relatos ilustrado por David de las Heras.En estas páginas conviven veinticuatro historias extraordinarias: oscuridades en cubos perfectos, silencios ensordecedores, habitaciones de hotel cuyas puertas esconden una verdad incómoda, parques donde nada es lo que parece, bares de perdedores, agostos en Madrid...Pero lo más importante son los seres que habitan estas líneas y que llenan la cabeza de Mikel Izal. Peculiares, estrafalarios, solitarios y terriblemente humanos... Todos distintos pero todos inmersos en un mismo universo asfixiante, misterioso y complejo.Mikel Izal, vocalista y compositor del grupo IZAL, hace una primera incursión en el mundo de la literatura con estos relatos que conforman un homenaje a la imaginación y construyen un espejo que refleja las esquinas más sombrías de nosotros mismos.«Este es el texto más inútil que escribiré jamás. También es el último. Quedan exactamente, si el reloj de mi teléfono móvil no falla y los satélites GPS siguen funcionando con normalidad, cincuenta y tres minutos para que todo desaparezca, incluyéndonos a mí y a estas hojas de papel. Una espera como esta no es fácil. Yo la afronto escribiendo, para mí siempre fue la mejor manera de separarme de la realidad.»
«Mis padres me llamaron Mikel. Luego empezó a hacerlo todo el mundo. Nací el 3 de junio de 1982 en Pamplona, ciudad a la que además de mi primera luz debo también todo mi árbol genealógico. Me crie en Vitoria, a la que debo primeras amistades, educación preuniversitaria y algunos amores torpes pero sinceros. En Bilbao, ciudad con la que también contraje deudas de amistad eterna, estudié una ingeniería de Telecomunicaciones, paso lógico en un camino que quizá nadie me había marcado pero que yo seguía a rajatabla. Ya en Madrid y tras cuatro años de oficina y rutinas de hombre recto, llega el milagro, o la reacción, y el título universitario queda en desuso en detrimento de la música y más tarde también de la literatura, que a día de hoy alimentan mi alma y, para tranquilidad de mis padres, pagan mis facturas.Poco más que decir. Me gustan los canelones de mi madre, el orgullo de mi padre ?que mi madre esconde mejor? cuando me ve en el escenario o firmando libros, la paciencia de mi hermana con su hermano de hielo y la poca importancia que los que me quieren otorgan a todo lo extraordinario que me ha ocurrido en estos últimos años.»