«¡Qué hago yo con dos condes y un banderillero!», comentó Manuel Hedilla, con sorna, al conocer la composición de la junta política creada por Franco tras el decreto de Unificación. Los condes eran el de Rodezno y el de la Florida, carlistas traidores a la junta suprema de la Comunión Tradicionalista, y el banderillero, Joaquín Miranda, falangista andaluz al servicio del general Queipo de Llano. Manuel Hedilla, hombre marcado por la sombra del olvido. Si José Antonio fue conocido como «El Ausente», Hedilla merece ser recordado como «El defenestrado» pues tras el asesinato de Primo de Rivera, quedó sumido en un anonimato perpetuo, un sacrificio que pagó a un alto precio. Como Segundo Jefe Nacional de Falange, tomó una decisión valiente al negarse a aceptar el Decreto de Unificación de Franco, que suponía la desaparición de FE de las JONS. Este acto de lealtad a sus principios fue considerado alta traición, y se desató un proceso sumarísimo diseñado para demostrar su supuesta intención de derrocar al nuevo régimen. Para algunos era un golpista y para otros un traidor. Se le imputaron crímenes ajenos a s