En el Antiguo Egipto, las inundaciones periódicas del Nilo motivaron el necesario progreso de la Geometría. Los símbolos de las fracciones se derivan de un mito arcaico según el cual el ojo del dios halcón, Horus, le fue arrancado y despedazado por el dios Seth. En la Antigua Grecia, una petición en el Oráculo de Delfos, y la posterior respuesta del dios Apolo, fue el origen del problema de la duplicación del cubo.
Como los citados, en esta obra se ofrecen numerosos ejemplos de la influencia de las religiones en la transmisión y el desarrollo de las Matemáticas a lo largo de la historia de la humanidad. En ella se recogen, entre otros supuestos contrastados, una demostración algebraica de la existencia de Dios, la presencia de los números triangulares en la Biblia, el efecto de un dios griego en la génesis de uno de los problemas geométricos más famosos de todos los tiempos, la presencia de las Matemáticas en un enclave tan señalado de nuestro patrimonio histórico como la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, la influencia del Corán en el desarrollo de la Trigonometría Esférica o la geometría asociada a la construcción de altares en la antigua India. Todos ellos alumbran la estrecha relación existente entre el peso de las creencias religiosas y el auge imparable de una disciplina científica que ha dado forma a nuestro mundo actual, tal y como hoy lo conocemos.