El cine (y sus códigos para representar la realidad), los clásicos (y su imaginario trasplantado al mundo contemporáneo), los sueños (y la cartografía que lo onírico es capaz de superponer a lo diurno para trascenderlo), el mar (playas, puertos, olas, barcos, faros y cuerpos salitrosos como metáforas del deseo y de la libertad), la intertextualidad como herramienta para definirse mejor usando palabras ajenas (las de Safo, Garcilaso, Cernuda, Gil de Biedma, Yourcenar, Keats, Virgilio o Cavafis), los anuncios (un vivero de intuiciones de gran carga expresiva): la poesía de Aurora Luque es una celebración de la vida y una invitación a gozarla de manera apasionada e inteligente. Luz incandescente en un mundo en tinieblas. Pura médula de lo que el ser humano es o debería ser.
Es poeta, traductora, editora y profesora de griego. Ha dirigido la colección de poesía Cuadernos de Trinacria y, con Jesús Aguado, la colección maRemoto de poesía internacional. Entre sus libros de poemas destacan los títulos Hiperiónida(Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada, 1982), Problemas de doblaje (Accésit al premio Adonais, 1990), Carpe noctem (Premio Rey Juan Carlos, 1994), Transitoria (finalista del Premio Rafael Alberti y Premio Andalucía de la Crítica, 1998), Camaradas de Ícaro (Premio Fray Luis de León, 2003), Haikus de Narila (2005) y La siesta de Epicuro (Premio Generación del 27, 2008). Su obra poética ha sido recogida en antologías como Las dudas de Eros (2000), Portuaria (2002), Carpe verbum (2004), Carpe amorem (2007) o Fabricación de las islas (2014). Sus reflexiones sobre la poesía se recogen en Una extraña industria (2008). Ha traducido a los poetas Meleagro, María Lainá, Safo, Catulo, Louise Labé y Renée Vivien, editado a la dramaturga María Rosa de Gálvez y antologado la obra de autores como Caballero Bonald.