Nicolasa tiene ocho años, avanza despacio, deteniéndose para mirar atrás cada vez que un relámpago ilumina el tenebroso pasillo de su casa madrileña. Se acerca a la puerta de la habitación y duda antes de asomarse. Sabe que no debería hacerlo, pero le puede la curiosidad. Lo que no sabe es que a partir de ese momento no volverá a conciliar un sueño tranquilo.
Dos décadas después Nicolasa es psicóloga, vive en Lisboa y se ha casado con Nuno, un policía portugués. Su relación atraviesa una crisis debido a que cada uno se plantea diferentes prioridades: ella, triunfar en su profesión; él, formar una familia.
La aparición de un cadáver con agresiones similares a dos anteriores revela la existencia de un asesino en serie. Nicolasa presiona a su marido para que se entregue a fondo en el caso y consiga un ascenso. Él accede con la condición de que lo ayude a elaborar un perfil del asesino. En ese momento, una enigmática mujer inicia una terapia en la consulta de Nicolasa, y le confiesa que se encuentra inmersa en una tortuosa relación con un hombre casado. Un hombre cuya descripción se parece demasiado a la de Nuno, su propio marido.
Hay que leer poesía y si es de José Infante, mejor.
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