Con una prosa magnífica, divertida y rigurosa, Boris Izaguirre rompe una lanza a favor de la actitud transgresora y libertaria del verdadero glamour. Morir de glamour no sólo es una crónica desternillante e inteligente de la España de los últimos años, sino es un canto a la vida, al sentido de lo divertido y al deseo de transformarse.