En el mes de abril de 1940 los alemanes lanzaron una arriesgada operación combinada por tierra, mar y aire sin precedentes en la historia, para ganarle la carrera a los aliados y conquistar Noruega, lo que supuso un desequilibrio estratégico decisivo en el frente occidental.
El puerto de Narvik, el más septentrional de los objetivos, se convirtió en uno de los puntos clave en esa campaña. Tras dos intensas batallas navales, los aliados se hicieron con el control de los accesos y lograron sitiar a la fuerza de asalto alemana, que quedó aislada.
En medio de un paisaje majestuoso, rodeados por una naturaleza tan hostil como espectacular, los cazadores alpinos alemanes y los marineros desembarcados de los destructores combatieron contra las fuerzas combinadas aliadas, compuestas por tropas noruegas, polacas, francesas y británicas. A pesar de tenerlo todo en contra los hombres de Dietl lograron resistir, apoyados por un débil puente aéreo tendido por la Luftwaffe, hasta que la situación en Francia obligó a los aliados a reembarcar y abandonar a los noruegos.
Juan Vázquez es Catedrático y ex rector de la Universidad de Oviedo.