El destacamento español enviado a combatir a los insurgentes iraquíes debe enfrentarse a situaciones para las que no se ha entrenado lo suficiente. El coronel Alejandro de Merola padece una extraña enfermedad. El capellán castrense quiere enderezar el rumbo torcido que van tomando las cosas, pero se ve obligado a cuestionar aquello en lo que tanto había creído. Al médico del regimiento lo que en verdad le gusta es ocuparse de las tareas propias de un forense. Massoud, el civil iraquí contratado como traductor, posee una desbordante fantasía oriental y se presta a servir de intérprete, guía y confidente. Arnal el Rojo es el soldado indisciplinado y agresivo, dispuesto a esparcir malévolos rumores sobre la suerte que les espera.
Ante el estupor del coronel, la situación en la orilla oeste del río Tigris, lejos de mejorar, empeora: el alcalde de la ciudad puesta bajo su custodia se impacienta, los terroristas empiezan a hacer de las suyas y los mandos americanos no le tratan con el debido respeto.
Pastoral iraquí nos cuenta el destino de los hombres que juegan con fuego, acosados por viejos demonios familiares y perturbados por la cobardía, el engaño y el sórdido afán de vencer a un enemigo invisible. Es la fábula de un soldado desdichado al que nadie puede ayudar y el cínico retrato que un hombre ofendido hace de sí mismo.