La figura de Charles Darwin (1809-1882) destaca tanto por su genialidad, como por la laboriosidad y meticulosidad de sus investigaciones. No sólo fue un eminente naturalista, sino también un destacado fisiólogo vegetal y un excelente criador de plantas, que gozó con su cultivo y trabajo de experimentación. En este sentido esta obra fue el fruto de 14 años de arduo trabajo que comenzó como una "pasión de verano" y terminó verificando la existencia de plantas adaptadas a un dieta carnívora. Con ilustraciones realizadas por dos de sus hijos, Francis y George, este estudio es una demostración del método científico y revela a un Darwin obsesionado y apasionado por hallar una explicación a la sensibilidad que demuestran estas plantas.