Seguimos con los tan celebrados diarios de ese implacable testigo de nuestro siglo que es Ernst Jünger. Aquí, el autor, que ha «madurado entre las tempestades», nos habla primero, en Jardines y carreteras, premonitoriamente, de la supervivencia y de la necesidad de conservar la lucidez y el equilibrio interior en el corazón mismo de las grandes catástrofes. Luego, con el inicio de la guerra, da comienzo a los celebérrimos «diarios de París», aquí casi enteramente dedicados a la Ocupación. Nos revela así, siempre con el mismo espíritu del científico que también es, la vida cotidiana en un París agredido que sigue siendo alegre escenario de la vida bohemia, artística y mundana. Atónitos, descubrimos entre estos papeles a personajes muy conocidos que poco vacilaron en codearse con el enemigo, algunos ingenuos, otros iluminados, otros aun, los que más, oportunistas.
Escritor alemán nacido en Heidelberg. A lo largo de sus 103 años, se transformó en uno de los hitos culturales fundamentales del siglo, no sólo en Alemania, sino en todo Occidente. Inmerso en un siglo convulso, portavoz no oficial de la Kultur germana tan denostada entre 1914 y 1945, sufre en su propia carne los prejuicios que la propaganda achaca a esta Kultur en todo su sentido negativo, prejuicios que, por extensión, no han dudado en esgrimir sus detractores en todo tiempo y lugar. No obstante, al conocedor de su obra no le queda más remedio que doblegarse y, aún no estando de acuerdo con todos sus postulados, reconocer su relevancia en el desarrollo cultural del siglo XX. Participó como voluntario en la primera guerra mundial. La experiencia de aquellos años terribles quedó reflejada en Tempestades de acero, primer tomo de sus Diarios. Terminada la contienda, alternó su afición a escribir y viajar con los estudios de zoología y filosofía. Dentro del conjunto de su extensa obra, ocupan una posición central los Diarios, que ofrecen el testimonio de una trayectoria intelectual que se extiende a lo largo de casi ochenta años. Su obra, polémica donde las haya, ha ido sobreviviendo a los avatares de la Historia gracias a la sedimentada lucidez con la cual ha vivido y dado cuenta, desde una posición personal siempre incómoda y delicada, de los acontecimientos que han ido marcando un siglo cargado de convulsiones de toda índole. Escribió entre otras obras, Acercamientos, La emboscadura, El libro del reloj de arena, Radiaciones (Vol. 1 Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Radiaciones (Vol. 2 Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Pasados los setenta I (Radiaciones Vol. 3), Tempestades de acero, La tijera, El tirachinas y El trabajador.