Atraído por el teatro desde sus tempranos tiempos de maestro de escuela, Alejandro Casona (19031965) fue nombrado en 1931 director del ambulante Teatro del pueblo . Conectar a este último con la escena constituyó su permanente y fundamental propósito. Si la Sirena varada significó su consagración como dramaturgo, Los árboles mueren de pie representa uno de sus éxito más notables. Casona ha sido acusado con frecuencia de evasionista que cierra los ojos a la realidad circundante. Estas dos obras, que resumen puede decirse todo su pensamiento, vienen a desmentirlo. Porque lo que Casona enseña en ellas es que si reducirse a lo escuetamente real deshumaniza, la evasión en lo irreal termina empobreciendo el espíritu. Sólo la armonía de una y otra dimensión permite lograr la realización plena del hombre. Carmen Díaz Castañón, Catedrática del I.N.B. de Mieres del Camino y excelente conocedora de la obra de su paisano, ofrece en esta edición una pauta de lectura que evidencia los valores literarios, al tiempo que descubre los latidos humanos que alientan en estas dos obras, ya clásicas, del teatro español contemporáneo.
Conocido en el mundo de las letras con el seudónimo de Alejandro Casona, fue un dramaturgo español, en cuyas obras combina los juegos entre realidad y sueño de base poética. Maestro de profesión, su firme vocación pedagógica y su defensa de los valores progresistas, quedaron de manifiesto en las Misiones Pedagógicas creadas durante la Segunda República Española, en excelentes adaptaciones teatrales y narrativas para niños y jóvenes, y en la gran mayoría de sus creaciones dramáticas originales.
En 1934 recibió el premio de teatro Lope de Vega por su obra La sirena varada. De 1935 son las piezas Otra vez el diablo y Nuestra Natacha. En 1937 se exilia de España, se traslada a México, donde estrena en ese mismo año Prohibido suicidarse en primavera, y finalmente a Argentina, país en el que vivirá hasta 1963, año de su regreso a Madrid. Por su simbolismo y poesía, su teatro se ha emparentado con el de autores como Giraudoux y Priestley. De su producción literaria destacan Las tres perfectas casadas (1941), La dama del alba (1944), La barca sin pescador (1945), Los árboles mueren de pie (1949), Carta de una desconocida y El caballero de las espuelas de oro (1964), entre otras obras. Murió en 1965 en Madrid.