Cuando el teólogo Yves Congar había alcanzado el reconocimiento y seencontraba en plena madurez intelectual, publicó su extensainvestigación sobre el Espíritu Santo. Aquella obra supuso en laIglesia latina un revulsivo para recuperar la figura de la terceraPersona de la Trinidad.Sin embargo, al autor no le bastó con plantear este tema para losprofesionales de la teología y los lectores de ensayos críticos.Consideraba que debía llegar al gran público, para que nutriera lareflexión, la vida y la celebración de los cristianos de Occidente del mismo modo que sucedía en Oriente. Cuestiones como el proceso dedivinización bautismal, la edificación de la Iglesia como comunidadsanta, la celebración de la eucaristía que instaura ya aquí el Reino,la práctica de la caridad, y la inculturación del evangelio en elarte, el pensamiento y la organización social, no podían quedar almargen del Espíritu de la vida.Este libro es, en el fondo, un regalo. Concebido sin pretensiones,constituye un testamento espiritual donde el Espíritu Santo es vistocomo el «visitante» que anhelan todas las criaturas; la «fuerza» quedinamiza y llen
Yves Congar (1904-1995) está considerado como uno de los grandes teólogos del siglo XX. Dominico, profesor de teología, historiador de la Iglesia, perito en el concilio Vaticano II en temas de Iglesia, impulsor del ecumenismo y de la participación de los laicos en la vida eclesial, vivió comprometidamente su vocación intelectual, siendo un referente para la mayoría de los teólogos del postconcilio. De 1968 a 1985 fue miembro de la Comisión Teológica Internacional. Juan Pablo II lo creó cardenal en 1994. Los libros que escribió son numerosos. Destacan entre ellos: Jalones para una teología del laicado, 1953; Verdadera y falsa reforma en la Iglesia, 1950; La Tradición y las tradiciones, 1960; Eclesiología. Desde san Agustín hasta nuestros días, 1974; y El Espíritu Santo, 1979-1980.