En una mañana de agosto del año 330 a.C., de toda Grecia acude gente para presenciar el combate decisivo entre los más grandes oradores del siglo: Demóstenes y Esquines. '¡Qué espectáculo más digno de oírse - exclama Cicerón - que aquel duelo a muerte entre dos oradores supremos, reforzado y enardecido por sus enemistades!' Habla primero Esquines, quien, con un formidable discurso, ataca al reo Ctesifonte; éste había propuesto coronar a Demóstenes como patriota. Ctesifonte se defiende brevemente, y enseguida Demóstenes, como abogado, pronuncia su áureo y portentoso discurso Sobre la corona, cima de la oratoria universal. Éste es el discurso que aquí se ofrece.
Fue uno de los oradores más relevantes de la historia y un importante político ateniense. Nació en Atenas, en el año 384 a. C. y falleció en Calauria, el 322 a. C. Sus dotes para la oratoria constituyen tal vez la última expresión significativa de las proezas intelectuales atenienses, y nos dan acceso, miles de años después, a los detalles más importantes, y también a los más controvertidos, de la política y la cultura de la Antigua Grecia durante el siglo IV a. C. Durante un tiempo, Demóstenes se ganó la vida como escritor profesional de discursos judiciales y como abogado, redactando textos para su uso en pleitos entre particulares. Y también dio cuenta de los grandes juicios a los que asistió y que marcaron la historia de la ciudad, como éste que aquí presentamos.