Introducción general; Tres sombreros de copa; ¡Viva lo imposible! o El contable de estrellas; El caso de la mujer asesinadita; El caso de la señora estupenda; Una mujer cualquiera; A media luz los tres; Una corrida intrascendente; El caso del señor vestido de violeta; ¡Sublime decisión!; La canasta; Mi adorado Juan; Carlota; Melocotón en almíbar; Maribel y la extraña familia; El chalet de madame Renard; Las entretenidas; Ninette y un señor de Murcia; El seductor; Milagro en casa de los López; La tetera; Ninette. «Modas de París»; La decente; Solo el amor y la luna traen fortuna; Notas.
En 1943, dos de los tres inventores que se repartían la escena tras levantarse el telón de Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario, mantenían el siguiente diálogo: «También he inventado una máquina muy grande. ¿Ypara qué sirve? No sirve para nada, pero es muy grande. En eso consiste su mérito: no cabe en una habitación». Cuarenta años después, un crítico dijo de las famosas esculturas de Richard Serra: su mérito consiste en que pesan más de 30 toneladas y no caben en una habitación. Nihil novum. Cien años hace que nació Miguel Mihura. setenta y dos que escribió Tres sombreros de copa. «Lo inverosímil, lo desorbitado, lo incongruente, lo absurdo, lo arbitrario, la guerra al lugar común y al tópico, el inconformismo, estaban patentes en mi primera obra escrita en 1932», declaraba el autor. Conviene recordar que esa primera obra fue escrita diecisiete años antes que La cantante calva, de Ionesco. Pero, mientras Ionesco pudo estrenarla al año siguiente, Mihura tuvo que esperar veinte para estrenar la suya. La voz del precursor en el desierto. El teatro de Mihura levanta en escena una memorable galería de seres y situaciones. Personajes que quieren «sentir y padecer y reír y hablar con libertad», como la Irene de Mi adorado Juan: ese hombre «que no hace daño a nadie, ni ambiciona nada, ni pone zancadillas, ni pretende ser algo más de lo que es». personajes automarginados, que prefieren vivir en las márgenes de un río antes que en un ambiente edificado sobre tópicos. que miran el trabajo con distanciamiento y despego, no con la idolatría de una sociedad consumista que lo ha sacralizado para poder consumir más. Juan, el adorado Juan, «al éxito, a la fama, al dinero, a la vanidad, prefería el sol, los amigos, la humildad y las siestas interminables». Mihura, que habló de su «pesimismo», su «melancolía», su «gran desencanto por todo», pasó por escéptico y misógino . Cervantes, por otras cosas. Y, sin embargo, la galería de mujeres que recorre la obra de uno y otro Míguel es de antología: ambos tienen una bella Dorotea, y Mihura añade a Maribel, a Paula y a Florita, a Irene, a Ninette... El Alfredo de A media luz los tres nos dejó dicho que «un burro es un caballo que no ha podido ir a la escuela». Si Mihura en su desierto no pudo llegar a la escuela del absurdo, esta edición le pone las alas que le faltaron para ser Pegaso.
Miguel Mihura, hijo de un actor y empresario de teatro, vivió desde niño en un ambiente teatral, que influiría considerablemente en su obra. En 1932 escribe Tres sombreros de copa, obra que no es entendida por los empresarios, y que se niegan a representarla, por lo que el autor decide cambiar de rumbo y hacer obras más burguesas, en línea con lo que se lleva en esos momentos. Durante la guerra civil funda y dirige La ametralladora, revista de humor de la zona nacional, donde ya se puede ver su particular concepción del ingenio. Alcanzará un gran éxito con su siguiente revista, La codorniz, fundada por él en 1941. Su humor, totalmente original, fresco y descabellado, seguía las directrices de lo que se hacía en Europa por aquel entonces. Después de vender La codorniz decide pasarse al cine, donde escribirá numerosos guiones y reanudará su creación teatral en 1953, continuándola hasta 1968. Sin embargo, todas sus obras están por debajo de la genial Tres sombreros de copa porque se ve obligado a frenar su libertad creadora y su magnífica imaginación. Son los años de A media luz los tres, El caso del señor vestido de violeta y Carlota. Pero alcanzará el éxito total del público con Melocotón en almíbar (1958) y Maribel y la extraña familia (1959), La bella Dorotea (1963) y Ninette y un señor de Murcia (1964).