Portia St. Claire odia todo lo que tenga que ver con el juego. Por culpa del juego su hermano Oliver ha perdido toda su fortuna y, si no encuentra un modo de recuperar el dinero, todos se verán obligados a abandonar el hogar familiar. Cuando Oliver decide partir a Londres en busca de ayuda, Portia no duda en acompañarlo. En el camino deciden probar suerte y visitar al conde de Walgrave, antiguo amigo de la familia. Sin embargo, la mansión del conde está desierta y en lugar de encontrar la amabilidad de su dueño, Portia se ve obligada a enfrentarse a un desconocido intruso que parece estar buscando algo muy valioso en las alcobas. Portia cree que no habrá de volver a encontrarse jamás con ese ladrón de maneras nobles que dice ser Bryght Malloren y que parece un príncipe surgido de las tinieblas. Pero está equivocada...