Un paso difícil en la comprensión de la experiencia sensible de la vista se presenta en la naturaleza cromática de las cosas del mundo. La naturaleza sensible del cuerpo no está preparada para una percepción completa ni perfecta del color en su pureza unitaria. La mirada, como voluntad de la vista, se hace cargo de las diferencias. Los colores, con todo, no le ahorran a la vista ningún sacrificio respecto a la realidad acromática del mundo, pues éste escapa a todo extrañamiento de lo propio en virtud de otro. y es que ésta es, justamente, la naturaleza de los colores: abrir caminos compasivos para el alma que yace expectante ante la ignorancia del mundo y sus señores.
Amador Vega (Barcelona, 1958), estudió Filosofía, Teología e Historia de las Religiones en la Albert-Ludwigs-Universität de Friburgo de Brisgovia, donde se doctoró en Filosofía con una tesis sobre Ramon Llull. En la actualidad es profesor de Filosofía de la Religión en la universidad Pompeu Fabra. Para Siruela ha traducido a Mircea Eliade, el Maestro Eckhart y Alois M. Haas. Recientemente ha publicado <i>Zen, mística y abstracción</i> (2002).