¿Quién puede negar su apoyo a una mujer maltratada o a un niño violado por su padre? Pero ¿y si esos abusos jamás existieron? ¿Y si fueron inventados? Los ocho hombres que protagonizan este libro fueron monstruos sin serlo. Daniel soñaba que se ahorcaba. A Pedro le gritaban «pederasta» en el bar. Los hijos de Francesco ya no sabían si él les había pegado o no. Inocentes, tal vez doblemente inocentes, fueron sentenciados por la sociedad y les arrancaron aquello que más amaban: a sus hijos.Ellas, en cambio, fueron condenadas en los tribunales, pero a la vez canonizadas como madres ejemplares por la calle y la política. La sociedad de la hipocondría moral, en la que nadie quiere ser el malo, había emitido su veredicto.A ritmo de thriller moral, con pulso cinematográfico y elementos de crónica de sucesos, Algunos hombres buenos da voz a estos hombres hasta ahora mudos. Y retrata, con una emoción desatada, la pesadilla vivida por los más inesperados antihéroes de la época de la liberación femenina: unos tipos que, si fueran mujeres, serían mujeres maltratadas.Pero no podían serlo. Porque eran hombres.
Nací en Oviedo en 1976. De mi licenciatura en Derecho aprendí que no quería ser abogado. De la de Periodismo, que el periodismo no se aprende en la universidad. Lo primero que publiqué en El Mundo fue un pie de foto, hace veintidós años. He pasado por Cultura, Madrid, Investigación, España, Reportajes... Cada vez sé menos de qué va esto. Me interesa la música y es en lo que más pienso, aparte de en mi mujer y en mi hija (que, por cierto, no son madre e hija). No tengo excesiva fe en el periodismo, tampoco en la escritura. Lamentablemente dudo de casi todo. Sobre todo de las certezas y sus propietarios.