Un pequeño terrateniente, Pável Ivánovich Chíchikov, se dedica a comprar campesinos muertos para registrarlos como vivos y conseguir las tierras que se concedían a aquellos que poseyeran un cierto número de siervos. Para Nikolái Gógol este argumento es un pretexto, y al pasear a su héroe por toda Rusia para comprar «almas muertas» a los terratenientes de la época, encuentra ocasión para pintar al ser humano en su versión más cruda y detestable. Sobre su tumba se grabó el siguiente epitafio: «Se reirán de mis tristes palabras».