A diferencia de su admirado Garcilaso, Luis de Góngora no fue siempre un poeta indiscutible: la difusión de sus Soledades provocó una de las mayores controversias de nuestras letras, y sólo a partir de 1927, tras más de dos centurias de incomprensión y arrumbamiento, alcanzó a ostentar un lugar preeminente en el canon literario español. Dotado de una portentosa imaginación visual (y gramatical), rico en géneros y formas, igualmente feliz en lo popular y lo elevado, Góngora transformó la lengua poética de su tiempo elevando sus posibilidades expresivas hasta cumbres insospechadas.Antonio Carreira, máximo especialista en la rica e intrincada transmisión de la obra gongorina, ha actualizado la que puede considerarse su edición definitiva: doscientos poemas (incluidos el Polifemo y las Soledades) que aquí se ofrecen ordenados de forma cronológica, para que el lector pueda apreciar el itinerario artístico del poeta cordobés, siempre en pos de la excelencia y nunca lejos de la vida. La anotación resuelve con seguridad los problemas de interpretación de las piezas, señala sus circunstancias de escritura, aclara sus muchos lugares oscuros y pone de relieve la inmensidad de saberes que don Luis conjugó para alcanzar la perfección en cada verso.
Luis de Góngora (Córdoba, 1561-1627) es uno de los poetas mayores y más influyentes de la literatura española. Muy joven, protegido por un familiar, estudió Cánones en Salamanca y entró de racionero en la catedral de Córdoba. De su fama hay testimonios tempranos, como el de Cervantes. Combinó su actividad poética con diversos cargos en el cabildo, hasta que en 1617 se ordenó sacerdote y fue nombrado capellán honorario del rey. Entre sus obras destacan la comedia Las firmezas de Isabela (1610), el Polifemo (1612), las Soledades (1613-1614), el Panegírico al Duque de Lerma (1617) y la Fábula de Píramo y Tisbe (1618), amén de sonetos, canciones, romances, letrillas y décimas de perfección inusitada. Enfermo y sin haber llegado a disfrutar la pensión prometida por el Conde-Duque, regresó a Córdoba, donde murió en 1627