El árbol como lugar de encuentro, como centro de confluencia entre paisaje y paisanaje, natura y cultura, política y administración. A partir de documentos y testimonios de la tradición oral, Ignacio Abella trata de recoger la memoria de una institución histórica: el Árbol de Concejo, uno de los rasgos más significativos y paradójicamente más olvidados de nuestra historia e identidad. Viejos robles, fresnos, olmos, tejos, morales que fueron centro geográfico y neurálgico de nuestras sociedades. A su amparo se celebraron asambleas, parlamentos y concejos abiertos en una suerte de ''dendrocracia'' en la que el árbol era la capital, sede y símbolo de toda una tradición profundamente enraizada en gran parte de la vieja Europa. A través de su estudio, centrado fundamentalmente en España, este libro se convierte en una crónica apasionante de nuestro pasado, y abre además las puertas a la participación voluntaria en un proyecto de recuperación de nuestras raíces, de aquel patrimonio hermoso, vivo e irreemplazable del que no hemos sabido conservar ni siquiera el recuerdo.
Ignacio Abella pasó su temprana infancia en los viejos hayedos de Urbasa, donde aprendió acaminar con asombro. Desde entonces recorre y se asienta temporalmente en diversas regiones del País Vasco y Asturias,entregándose al estudio y vivencia de la naturaleza y al mundo rural en el que se halla plenamente integrado.Recoge yaplica tradiciones artesanales, agrícolas y forestales, realizando una labor de investigación creativa en la plantación, el mantenimiento y los cuidados de árboles, huertos y jardines. Es también autor de La magia de las plantas, La magiade los árboles, El hombre y la madera y La memoria del bosque, publicados en Integral.