Si bien en el primer libro del cuarteto la imagen que se nos ofrecía de las relaciones amorosas y sexuales entre Darley y la enigmática Justine conservaban un cierto halo romántico, la versión de los acontecimientos que nos proporciona el erudito doctor Balthazar abre nuevas vías a la interpretación de esos mismos sucesos, así como también del suicidio de Pursewarden. Balthazar permite ya al lector empezar a vislumbrar la colosal dimensión literaria que alcanzará El cuarteto de Alejandría, donde Durrell logró llevar un punto más allá el perspectivismo narrativo, al tiempo que sondeaba con inusual intensidad el alma de un grupo de personajes difíciles de olvidar. Una novela deslumbrante, fundacional de un nuevo modo de narrar